Eran las 0:00 del día 7 de septiembre, cuando un repique de campanas anunciaba al Barrio de San Pedro y a La Línea entera que comenzaba el día de la Virgen de la Salud.
Se abrieron las puertas de la Parroquia y una fanfarria acompañaba a María Santísima de la Salud que portada por su costaleras se acercaba al encuentro de los fieles que la esperaban en el atrio de la Iglesia.
Depositándola justo en el dintel de la puerta quedaba la Santísima Virgen a la altura de sus devotos, que en torno a la Madre común oraban, siguiendo la invitación del Papa Francisco, por la paz en el mundo.
Una breve pero intensa vigilia de oración se desarrolló contemplando a la Virgen como la aurora de la salvación que anunciaba la llegada de Cristo, Sol de justicia que venía iluminar al mundo y a redimirlo del pecado y la muerte.
María es la mujer escogida por Dios y anunciada por las Escrituras, para acoger a Dios y ser la más estrecha colaboradora de Dios en la Obra de la Salvación. De este modo celebrar a María, es celebrar la acción de Dios en la vida de una mujer que siempre vivió abierta a la gracia y que siempre supo actuar en fidelidad a Dios, como discípula de Cristo.
Fuegos de artificio despedía a la Virgen de la Salud hasta que amaneciera su gran día, mientras que sus devotos pasaban al interior de la Iglesia, donde, de nuevo hubo más cantos y oraciones a la Reina de San Pedro.
Galería Fotográfica: Jesús Asencio Perez y Julian Gonzalez Padilla.
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