DE NUEVO, SEMANA SANTA

DE NUEVO,      SEMANA SANTA

Ha llegado la hora. De nuevo acuden a la llamada de la sangre y de la fe miles y miles de cofrades esparcidos por el mundo. Atraídos por el imán de su corazón, regresan en estos días a las raíces de su infancia. Esta legión de cofrades mantiene viva nuestra Semana  Santa, como tantas otras, levantando alrededor de ella una muralla de estampas y sentimientos que guardan, con absoluta fidelidad al pasado, estas piadosas celebraciones.

El reloj de la vida ha girado otra vez casi al completo sobre el eje de las estaciones y los tiempos. Ha pasado casi un año. Las liturgias, la sagrada y la popular, se funden en el calendario. Lentamente, despedazándose con la intimidad que la savia en los pliegues de la naturaleza, se ha puesto en marcha una multitud de esfuerzos al servicio de esta tradición, sin duda, la clave de la popularidad y atractivo de las Semanas Santas de nuestra tierra Andaluza y Española.

La Cuaresma, en un ejercicio  de ejemplar dedicación y entusiasmo, ha levantado de nuevo monumentos de piedad y de fervor, de tradición y de religiosidad popular, alrededor de cientos de imágenes. Se consuma  el recuerdo de la Pasion den Cristo en un paso de impresionantes esculturas, esculpidas un día parar mayor gloria del arte. Un Hombre, uno de los nuestros, de nuestra misma tierra, regresa con su cruz y nos la entrega. Porque  Él es de aquí, está entre nosotros, patea las calles, conoces los viejos rincones y preside las mismas escenas emocionantes de hace siglos. No es un extraño que rescatan del alto silencio de un retablo y ponen en unas andas con una cruz  al hombro en plena calle, en un ritual sin alma ni sentido. No, es un vecino más que comparte desde un altar el paso lento e inacabable de los años. Ella, la Madre, es una mujer del pueblo que preside a diario ceremonias y rezos, cobija desilusiones y lutos y galvanizas corazones desde la pequeña atalaya de su peana eclesial. No nos son ajenos o distantes. Los tenemos al alado. Han venido con nosotros desde la infancia y aquí seguirán con los nuestros y entre los nuestros cuando marchemos. Y así  hasta que Dios quiera. O sea. Él. A Ellos nos dirigimos cuando los dias se nublan de tristezas o desgracias. Es la necesidad y la abundancia. En la costumbre y la creación. En la sencillez y la dificultad. En el beso y la lágrima. En el perdón y la amistad. Y nos acompañan cuando se levanta el sol con la luz de la felicidad de las jornadas inolvidables. Ahora, en estos mismos dias, descienden de las urnas y los altares. Y envueltos en un rito mágico, hecho con siglos y adobado en creencias, presiden las humildes devociones del pueblo.

Después de ese tiempo de morado solemne en el templo y de verde renacido en la vida, llega la Pasión, Y la Pascua. Son dias de reencuentros seculares. De regresos ansiados. De apostolados de la tierra. De consagraciones de estampas y escenas. Son jornadas de sacramento popular, Andalucía y España, sus pueblos y sus gentes, ofrecen sinceridad, hermosura y autenticidad en estos ritos y vivencias. Ni más ni menos. ¿ Y con cuantos encanto además!

Antes, han surgido sencillos actos alrededor de la cruz en esos viernes de ayuno y abstinencia, clavados como un hermoso símbolo en el corazón de la niñez. Y al cobijo de tan singular penitencia, nacen en nuestros pueblos más originales y memorables. Una colección de gustos y de sabores que pregonan la excelencia y riqueza seculares de nuestra tierra.

En la Víspera de la Pasión, en  las Iglesias se rompe  el soliloquio natural de las imágenes y pasos. Los  pasos muestran la hermosura, su puede ver perfectamente como los hermanos han fundido las ceras que iluminara la candelaria de los pasos de Vírgenes ó los hachones de los pasos de Cristo. Los mantos pura filigrana de terciopelo y oro, han salido de sus roperos ó cajoneras. Las mejores  galas de la Pasión caen ya sobre los hombros de nuestras imágenes mas queridas. Se acercan al primer palpito de vida las flores que besaran los pies de los Nazarenos y de las Vírgenes. En algunos lugares, ensayan los costaleros su liturgia especial. Las músicas renacen desde el silencio de los pentagramas hasta la realidad de las cornetas y tambores.Y pasados y vividos estos días santos, entre un haz de dias rutinarios, descenderá una intensa y feliz lluvia de fiestas populares y de romerías sobre todo el territorio nacional. La Pascua alargara en tamboriles y gaitas, el sonido festivo de un tiempo prodigo en estas vivencias tradicionales. La resurrección, además de un misterio, se hace realidad en todos nuestros pueblos.

La Semana Santa no es un recuerdo, una tradición, una estampa, una traducción turística. Aunque lo sean. Es algo mas, mucho más. Sobre todo, es una impresionante colección de sentimientos que nos enorgullece a  una tierra como la nuestra. Si cada pueblo ó ciudad de España sienten  latir con mayor fuerza su propio corazón en momentos, estampas o dias singulares, el nuestro, el de estas tierras de a Andalucia, late en estos dia de la Semana Santa con la fortaleza de saberse único en una tradición de tantos años como ésta, vivida con una intensidad, devoción y originalidad incomparables.

Eduardo J. Rodriguez Garcia

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