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COFRADES ORGULLOSOS

Esta pasada Semana Santa, personalmente, ha sido un tanto agridulce. Pero prefiero quedarme con lo estrictamente positivo. Al margen de polémicas y hechos que uno creía ya olvidados, con discusiones con talibanes cofrades (no solo hay talibanes en el Estado Islámico) que no permiten nada más que lo que ellos dicen y creen, he disfrutado con lo más importante que tengo en mi vida, que son mis dos hijas. Pateamos las calles de nuestro pueblo buscando esos rincones donde poder ver esa portentosa “chicotá”, esa eterna “revirá en esquinas llenas de encanto, ese silencio medido del Lunes Santo, para gozar como hacía mucho tiempo que no gozaba y siempre acompañado de mis dos bellezas a las que he intentado inyectar ese “verde veneno cofrade” que corre por mis venas. Creo que he hecho más kilómetros que el famoso “mudo de Triana” porque estábamos ávidos de empaparnos de Semana Santa. Oler a incienso, a flor recién cortada, a cera derretida en candelerías de ensueño de nuestros palios. Contemplar el trabajo de muchas horas reflejadas en el repujado de respiraderos y canastos, pasar la mano por esos faldones buscando el roce de una promesa. Porque la Semana Santa se vive con los cinco sentidos. Desde las vísperas hasta el Domingo de Resurrección.

El culmen y broche de oro, fue, y aquí no quiero ni puedo ser objetivo, acompañar a nuestros Benditos Titulares hasta su “recogía” el Viernes Santo. Estuve observando los rostros de mis hijas donde, entre ojos húmedos de emoción, no dejaban de mirar a nuestro Señor del Amor y a Nuestra Madre de Esperanza con una sonrisa abierta, sintiéndose orgullosas de pertenecer a la cofradía que un día gente de su familia fundó para mayor gloria y orgullo de nuestra Semana Mayor.

No sé cuantas fotos y vídeos hicieron. Cada una a su manera expresaba con gestos los momentos que contemplábamos sin perder puntada de lo que acontecía. ¿Puede un  padre cofrade pedir más que disfrutar esos momentos con tan deseada compañía? Creo sinceramente que no.

Eduardo J. González Gómez de la Mata.

Abril 2015

Eduardo González Gómez de la Mata

Cofrade y cristiano comprometido, amante de la Semana Santa y de todo lo que a ella la rodea, pregonero, exaltador, costalero, capataz, Hermano Mayor de su Cofradía de la Esperanza, formó parte de la junta permanente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías

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