Dios te Salve Inmaculada
flor del celestial jardín
más blanca que el alelí
más pura que la nevada,
tu gracia tan soberana
es imposible igualar
con lo limpio del cristal
y el alba de la mañana,
es tu belleza tan clara
que ni el primor del jazmín
ni la azucena de Abril
se comparan con tu cara,
y las flores más cantadas
-blancas rosas del rosal-
no bastan para adornar
tu castidad tan sagrada
tan virginal eres Tú
que ni el sol ni los luceros
quieren rozarte en el cielo
con sus ráfagas de luz,
tan solo cerca de ti
doce estrellas ruborosas,
tu tez de seda y marfil
y la luna plateada
pierde todo su fulgor
postrándose con honor
bajo tu dulce mirada,
que es dos veces bendecidas
Tú pureza virginal:
porque fuiste concebida
sin pecado original
y por tu entraña divina
-en sagrario convertida-
al darle el ser y la vida
al Dios de la Humanidad.
Eduardo J. Rodríguez García
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