Sin noticias, del Robo en la Inmaculada

Tras los lastimosos incidentes de la madrugada del pasado Martes, en la que un robo en el Santuario de la Inmaculada Concepción dejo sin coronas, potencias y Diademas a los Sagrados Titulares de las Hermandades, además de algunos enseres más, continua la investigación para intentar localizar a los ladrones.

Tal como se pudo comprobar, al no estar forzadas las puertas exteriores del Templo, se cree que los ladrones cuando se cerró la Iglesia estaban ya dentro, solamente se forzó la puerta de acceso de la Sacristía al Santuario.

Las Hermandades están muy pendiente de las gestiones que está realizando la Policía Científica y los agentes del cuerpo Nacional de Policía para seguir algunas pistan que pudieran llegar a los enseres robados.

Jesús Asencio Pérez, con dispositivo móvil, realizó estas fotografías el pasado miércoles, y que no hemos querido subir hasta hoy.

Incluimos un texto realizado por Don José David Muñoz Oliva:

SIN CORONA EN SU CABEZA…

Haciendo alusión al popular verso de Pascual González titúlo esta entrada. En su caso, fué ocasión de puro gozo, en nuestra ocasión, la que se trata en esta entrada, ocasión de pura pena.

Sin corona en sus cabezas, así amanecían las imágenes de las dolorosas, cuyas hermandades tienen su sede canónica en el Santuario de la Patrona, la Inmaculada Concepción.

Nuestra Sra. de las Angustias (Piedad de Ortega Brú), Nuestra Madre y Señora en su Soledad (atribuida a Antonio Gutiérrez de León) María Stma. de la Amargura (Pineda Calderón) y la Reina de los Ángeles (Navarro Arteaga), son las imágenes de las dolorosas que han sido en esta pasada madrugada, mancilladas por la mano que osó descoronarlas. A las dolorosas, se une el robo de las potencias del Señor del Gran Poder, obra de Castillo Lastrucci.

No voy a entrar en el debate, de que si no tienen valor las coronas de camarín, que si eran de plata o si son de latón…

Como ven, he escrito los autores de las imágenes junto a sus nombres, para que consideren, que las verdaderas joyas, son en si ellas mismas, sin preseas ni dorados que les ilumine sus cabezas.

Es dificil comprender, que un templo, con tal tesoro artísitico, al cual se unen, su retablo del Barroco Castellano y la imagen de la Patrona, de Ortega Brú, no contase con las medidas de seguridad pertinentes.

Dios escribe derecho, sobre renglones torcidos, y los cofrades linenses, andamos inmersos en descifrar, esa «aparente» retorcida escritura que nos debe de aclarar, «que esta ocurriendo».

El pasado año, fue profanado el Sagrario de la iglesias de San Bernardo y la imagen de la Virgen de la Esperanza. Otros robos sacrílegos fueron realizados, a la imagen del Señor de Medinaceli y en el templo del Sagrado Corazón. En San Pedro, gracias a Dios, la cosa no fue más, que el destrozo de la puerta.

Si a todo esto sumamos, el conflicto previo a la Semana Santa, entre Policia Local y Ayuntamiento, que perjudicaba a los desfiles procesionales, nos vemos en un bucle de sinsabores que no nos permite quitarnos de encima, el antifaz de la penitencia.

Roguemos al Señor por el feliz desenlace, que descoloca del trabajo cotidiano, a las hermandades mencionadas anteriormente.

Sin tener idea alguna, del origen de tan fatídico suceso, pienso en que, hasta que punto el hombre, puede encontrar una solución, en el robo de una corona, cuyo valor, es imposible colocar en la balanza de lo material.

Espera, es a lo único que podemos agarrarnos, a una espera que nos de una respuesta a este renglón que es caligrafiado por una mano que parece estar en nuestra contra.

Ladrones profesionales, gamberradas, sacrílegos…nos movemos inmersos en un mar de incógnitas cuyas respuestas, aparentemente solo nos puede llegar, de la profesionalidad de lo cuerpos de seguridad.

Mientras tanto, no solo las dolorosas del Santuario, sino que todas las dolorosas de La Línea, han sido dispuestas por medidas de seguridad, «sin coronas en sus cabezas».

Como si de una nueva Cuaresma se tratase, donde la austeridad del las apocalípticas 12 estrellas, se mezclan sin entender que ocurre, con los encajes y los bordados.

A ti Madre y Señora de este pueblo penitente, rogamos para que la desesperada mano que se amarra a lo ajeno, deje de extender sobre nuestra ciudad, la tela de araña del miedo y la preocupación. Que no solo nuestros templos, sino que ni un solo domicilio o comercio de nuestra ciudad, vuelva a recibir la visita, de los que en la nocturnidad, juegan con el pan de los hijos de las familias honestas.

MARÍA INMACULADA, ESPEJO DE JUSTICIA Y REINA DE LA PAZA:

RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A TI.

P.D. Todo mi cariño a las hermandades afectadas por tan desorbitante suceso. Un abrazo: José David.