LA NIÑA INMACULADA

LA NIÑA INMACULADA

Cuando pienso en Ella, la figura que se dibuja en mi imaginación tiene, invariablemente, rostro de niña: suavidad, frescura, luz, inocencia, sonrisa.

Niña en la casa de Ana.  El primer santuario mariano de la historia. Niña en la casa de su esposo José. No es la hermana mayor de ese Niño que lleva en los brazos, aunque se parezca tanto; es la madre, una madre joven y hermosa que parece niña. Ni las lágrimas del Calvario pidieron borrar de su rostro de lirio las facciones radiantes del albor de la vida.

¿Quién puede interpretar la palabra de Jesús tan bien como lo hizo su Madre? Y una de sus palabras fue esta: “si no os hiciereis como niño.”, que expresa  la necesidad de nacer de nuevo y hacerse niños.

Para cuando esto salió a la calle y  Jesús  lo proclamó en la sinagoga, por los caminos, en el  monte, María llevaba ya treinta años viviéndolo a solas con Jesús.

Para los demás era una novedad incompresible, lo nunca oído, los primeros pasos titubeantes por el camino del Reino.  Maria, en cambio, tenía una larga práctica. Era  su vivir de cada día. Ella era el autentico niño, el modelo que quería Jesús. Nunca había dejado de serlo. Lo decía, mucho más que su cara deliciosa, su alma inmaculada. Nicodemo hubiera entendido mucho mejor si Jesús lo hubiera llevado a su casa y le hubiera presentado a su Madre: ¿te parece difícil? ¿un disparate? Aquí lo tienes

Para Maria era tan sencillo como respirar. Le bastaba mirar a Jesús. Si el Dios grande, poderoso, eterno se hacia niño, Ella. Aunque fuera la Madre, no debía crecer.

Y es que crecer ha cambiado el signo. Ya no es alejarnos del niño que fuimos; sino acercarnos, cada vez más, al ideal del Evangelio. “Si no os hiciereis…” Hacerse, poco a poco más niños, cada día mas cerca, hasta lograrlo.

En la ley de la carne y la sangre, el niño es un ser inacabado, inmaduro. En consecuencia, débil, necesitado de ayuda, que no puede valerse por si mismo.

En la ley de Jesús, el camino –lo han llamado acertadamente “camino de infancia espiritual”- culmina en ese niño que es el hombre nuevo, nacido de nuevo –pequeño, pobre, necesitado, alegre, limpio-, el único a quien dejan entrar en el Reino de los Cielos.

Maria, niña: Jesús, niño. Hacerse “como niños” es hacerse como ellos.

Sevilla, fue  una de las primeras ciudades que defendieron el Dogma de la Inmaculada Concepcion. Esto ocurrió en el siglo XVII, sigue la tradición en dicha ciudad con todo fervor. Si nos fijamos, aquellos que vayamos a Sevilla en  el  monumento alzado en la Plaza del Triunfo,  en su basamento tiene cuatro estatuas con aquellos que defendieron con ardor dicho Dogma: Miguel del Cid, Bernardo del Toro, Vázquez  de Leca y Juan de Pineda.

La madrugada del 8 de diciembre se convierte en tradición para los sevillanos acudir  a cantar a los pies de la Inmaculada la Salve, y   después los Tunos  con sus canciones alegran el acto. Curiosamente la  primera Tuna (Peritos Industriales),  que le canto a la Virgen luce, en conmemoración de aquel acto, un fajin ó lazo blanco que el Cardenal D Pedro Segura  y Sáenz, le impuso en el año 1952.

A  LA  INMACULADA

María  Inmaculada

quiso por tierra La Linea,

quiso que fuera sembrada

de toda gracia bendita.

Y Dios trazó su reparto

cuando hizo el mundo y la vida;

Y dijo alargando el brazo,

Con este trozo de barro

Haré tu tierra, María…

Tú la  adornas con Tu Gracia,

Y se llamará La Linea, La  Linea de la Concepción.

P U R E Z A

Es la virtud que tiene más belleza;

es la virtud, virtud que me ilumina,

que vino de una Virgen tan divina

que Dios la preservó con su grandeza.

Yo la quiero, y así mi alma reza;

quiero ser firme; mi mente ya imagina,

una luz de esmeralda peregrina

que  a irradiar por la cumbre ya comienza…

Comienza en corazón tan luminoso,

que la figura ya queda iluminada

y tiene un cuerpo angelical, glorioso.

Gloriosa es la amapola perfumada,

de la Madre de manto victorioso

de María, Pureza Inmaculada.

Eduardo J.  Rodríguez Garcia

08-12-11

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